Las laderas del monte MacKenzie acogen a Revelstoke, una estación de cifras sorprendentes. Con tan solo seis remontes cuenta con cuarenta pistas y un inabarcable terreno freeride accesible en máquinas pisapistas (‘snow-cat’), tiene el mayor desnivel esquiable de Norte América, 1713 metros, abarca 1263 hectáreas y acumula unas precipitaciones anuales de nieve entre 12 y 18 metros. Desde luego no es una estación para principiantes, aquí hay que venir con buenos tablones, muslos y rodillas fuertes, y muchas ganas de firmar powder. Es un terreno esquiable ajeno a las modas turísticas. Para sacarle chispas hay que recorrer los ‘bowls’ (circo alpinos), a veces desde la silla, a veces a pie. Mucho terreno de aventura. Incluso si quieres carvear en pistas pisadas, encontrarás uno de los descensos más largos de América: The Last Spike te retará a completar sus 15,200km sin descansar.

No te vamos a engañar, Revelstoke no es para todos. Pero si sabes lo que significa ‘steep and deep’, desde luego es para ti.

Y todo esto en una ciudad que acarrea 120 años de historia de esquí, con la inmejorable hospitalidad canadiense, y unos excelentes servicios.

Gente que vive la nieve.

¿Quieres más?

Pues prueba el heliesquí. Selkirk Tangiers lleva más de cuarenta años dejando agotados a miles de esquiadores. Ha sido galardonada varios años como la mejor operadora de heliesquí. Sus helicópteros te ofrecen más de 200.000 hectáreas de terreno virgen, sólo para tus tablas, de la mano de excelentes guías que se conocen el terreno y la nieve como la palma de la mano que te llevarán a disfrutar con total seguridad. Además es probablemente una de las agencias de heliesquí más económicas: ofrecen paquetes de día y para iniciarse, lo cual te permitirá probar y, si te gusta, repetir. Y si no puedes o no quieres, sigue en la estación o busca ofertas de ‘cat-skiing’, más económico  pero no menos interesante. Esta combinación te la ofrecemos en Revelstoke, no la hay en muchos sitios más.