esquí canadá

FERNIE

Los mejores packs de esquí en Fernie


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La leyenda de Griz
Cuenta la leyenda que en 1879, en medio de un durísimo invierno nació un bebé en la cueva de un oso en las montañas. Al paso del tiempo, el oso despertó de su letargo hambriento y malhumorado, y se entabló una ruidosa batalla entre el niño luchando por su vida, y el oso luchando por su cena.
Al día siguiente, los lugareños salieron a la montaña a buscar el origen de los siniestros ruidos que no les habían dejado dormir. Uno de los hombres dijo haber visto a un niño vestido con una pelliza de piel de oso que brincaba con agilidad entre las peñas rocosas. Sus amigos se rieron de él y le acusaron de ver visiones, así que el asunto se olvidó.
No hace mucho unos esquiadores de montaña subían cerca de Fernie en medio de una fuerte tormenta de nieve. En iun pequeño claro del cielo uno de ellos avistó en la cima de la montaña a la que se dirigían a un ser fantástico: aunque de estatura norma, sus hombros medían más de metro y medio, y llevaba un fusil de más de dos metros de largo. Pesaría unos 150 kg y llevaba … una pelliza de piel de oso. Un gorro de la misma piel le ocultaba los ojos, y disparaba su fusil a las nubes, lo que provocaba más precipitación de nieve.
Cuando lo contaron en el pueblo, los más viejos recordaron haber oído a sus abuelos el cuento del niño que saltaba entre las peñas vestido con una pelliza de piel de oso, así que bautizaron Griz al hombre, y todos los febreros festejan a ese mítico ser que trae a Fernie grandes cantidades de nieve todos los años.
Hay otra bonita leyenda sobre el origen de la ciudad como centro de la minería del carbón, pero el carbón es negro, y a nosotros nos ocupa la nieve blanca.
Y Fernie gracias a Griz, o gracias a los que racionalmente explican los meteorólogos, que cada uno elija su versión, recibe grandes cantidades de nieve todos los inviernos.


Fernie es una encantadora ciudad de origen minero, que conserva ese sabor y esa estética del Oeste que a todos nos lleva a las películas de nuestra infancia. La estación, estratégicamente situada a unos minutos de la ciudad por una lanzadera gratuita, ofrece 142 pistas con un área esquiable de más de mil hectáreas, y un desnivel de más de mil metros. Cinco sectores se reparten una oferta muy equilibrada, con un 30% para principiantes (un sector dedicado a los niños), un 40% al esquí de nivel intermedio, y otro 30% para los expertos, con vertiginosos fuerapistas ‘Double Diamond’ para poner a prueba tu valor.
Y Griz lanza todas las temporadas una media de 11 metros de espesor medio acumulado de polvo canadiense de la mejor calidad.

Para dormir, a la carta: desde encantadoras pensiones, moteles, hoteles, chalés, hasta apartamentos de lujo acogen al visitantes, tanto en la ciudad como en la base de la estación.
Y después de esquiar, En Fernie hacen un magnífica cerveza artesana para refrescar la garganta del esquiador exhausto, muchos bares ofrecen lugares cálidos para la charla y los tragos, y para reponer fuerzas la oferta es inigualable: no te puedes perder la gastronomía local con excelentes carnes a la brasa y ahumados de todo tipo, pero si prefieres el exotismo, o simplemente quieres cambiar un poco, encontrarás restaurantes japoneses, peruanos, buenas pizzerias, … de todo.

En fin, si te gusta esquiar y sueñas con las Rocosas Candienses como soñamos todos los esquiadores, Fernie te espera.